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Mal que ralentiza la economía

Por Lic. José Amable Cordones.

La “burrocracia”, término que aquí utilizo con intención crítica, se ha convertido en un cáncer para las economías modernas.

Es importante diferenciarla de la burocracia en su concepción original, ya que confundirlas sería una falta de respeto a la obra de Max Weber. Este insigne pensador alemán definió la burocracia como un modelo administrativo que, lejos de ser un obstáculo, se fundamentaba en reglas claras, uniformes y oficiales.

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Para Weber, la burocracia debía ser imparcial, eficiente y accesible para todos, eliminando la discrecionalidad personal de los administradores en favor de un sistema justo y ordenado.

Sin embargo, en nuestro contexto, el término ha sido desvirtuado hasta convertirse en sinónimo de trabas, lentitud y corrupción. Lo que Weber imaginó como un pilar de la administración moderna hoy se interpreta y aplica como un arma para complicar los procesos administrativos. La burrocracia transforma los trámites en un laberinto diseñado no para resolver, sino para frustrar. En lugar de ser una herramienta para agilizar, se convierte en un muro que paraliza, ralentiza y obstaculiza el desarrollo económico y social.

Los ejemplos abundan: procesos que deberían durar semanas se extienden por meses, mientras los ciudadanos enfrentan interminables requisitos y demandas que parecen diseñadas para inducir el desespero. Esto, a menudo, deja espacio para las insinuaciones económicas disfrazadas de “gestos administrativos” que terminan normalizando la corrupción. La burrocracia es, en esencia, un sistema que sofoca la productividad, ahoga la inversión y castiga la innovación. Cada cuatro años, los candidatos prometen el milagro de la “oficina única”, un Estado eficiente y moderno que pondrá fin a las mafias administrativas.

Sin embargo, la realidad es otra: el país se encuentra más paralizado que nunca. Los funcionarios, carentes de visión y compromiso, perpetúan un sistema diseñado para servir a intereses particulares en lugar de al bien común. La falta de una verdadera voluntad política y de líderes que entiendan la importancia de un Estado funcional ha convertido a la burrocracia en una pesada carga para nuestra sociedad. Es hora de replantear profundamente este sistema si queremos avanzar hacia un modelo que impulse, en lugar de frenar, nuestro desarrollo.

*El autor es abogado, desarrollador de redes de mercadeo.

Director escuela de música Pepe Rosario. 809-973-4273. josecordones92@hotmail.com

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