Un hilo roto en el tejido educativo
Por: Martha Almonte de De Aza
La educación es como un tejido finísimo, donde cada hilo representa un actor diferente: estudiantes, profesores, padres, instituciones, sociedad.
Pero este tejido se está deshilachando, y los hilos rotos son cada vez más evidentes. La mala pronunciación, las malas palabras y la falta de ortografía se han apoderado de nuestras escuelas, convirtiéndose en un problema que va más allá de la simple corrección gramatical.
Es un síntoma de un mal mayor, de un tejido social que se está desgastando.
Culpar solo a los estudiantes es como intentar arreglar un suéter roto tirando de un solo hilo. El problema es más profundo y complejo. Los profesores, a menudo sobrecargados y desmotivados, pueden no tener las herramientas necesarias para abordar estas cuestiones. Los padres, preocupados por sus propios problemas, a veces descuidan la educación de sus hijos. Las instituciones educativas, enfocadas en cumplir con los currículos, pueden no prestar suficiente atención a la calidad de la comunicación. Y la sociedad en general, inmersa en una cultura de la inmediatez y la simplificación, contribuye a devaluar la importancia de la lengua.
Para reparar este tejido, necesitamos un esfuerzo conjunto. Los profesores deben recibir la formación adecuada para enseñar a sus alumnos a expresarse de manera clara y correcta. Los padres deben involucrarse más en la educación de sus hijos, leyendo con ellos, conversando y corrigiendo sus errores de manera respetuosa. Las instituciones educativas deben crear ambientes de aprendizaje que fomenten la curiosidad y el gusto por la lectura. Y la sociedad en general debe valorar la importancia de la lengua como herramienta de pensamiento y comunicación.
Solo así podremos tejer un nuevo tejido educativo, donde la palabra sea una herramienta para construir, no para destruir.
*La autora es escritora y desarrolladora de redes de negocios.